Chile: Resistencia anarquista a la dictadura. Las Brigadas del Pueblo

Atentado contra microbús en Santiago, década de 1980, archivo fotográfico Fortín Mapocho

Nota de la redacción: Texto publicado en el libro Anarquistas. Presencia libertaria en Chile, de Felipe del Solar y Andrés Pérez (RIL editores, 2008. Santiago de Chile), en la sección “Acción directa armada”. Esta parte fue también publicada en la página web de los compañeros de Instinto Salvaje, de donde la tomamos (con algunas correcciones ortográficas).

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 “Se pueden provocar hechos que puedan ser asimilados por las personas, estos generan adherencia o no. Para hacer la revolución hay que crear hechos revolucionarios. Y nosotros creábamos hechos revolucionarios. Esa era la forma de crear la revolución. La estábamos haciendo creando resistencia”[1]

Tras el golpe de Estado y el proceso de represión política que se hizo sentir en todo el país, surgieron durante la segunda mitad de los ´70, una serie de grupos de resistencia y combate, que a través de las armas y el sabotaje, inauguran la dinámica de lucha antidictatorial.

En ese contexto nacieron las Brigadas del Pueblo (BP), cuya existencia hemos conocido a través del testimonio directo de su fundador, quien nos entregó un detallado relato.

Este individuo conoció la ideología anarquista a través del marxismo, ya que durante el gobierno de la Unidad Popular adhería, de manera crítica, a esa corriente política. Después del 11 de septiembre de 1973, y siendo un preso político, se quebró su concepción marxista de la realidad, producto de su convivencia en los centros de detención con dirigentes de los partidos políticos de izquierda, quienes provocaron gran desilusión. Además, la influencia de pensadores como el filósofo Juan Rivano –a quien conoció en la cárcel– lo incentivaron a buscar y estudiar a los teóricos del anarquismo, a quienes ya conocía por la crítica que les hacía Engels en su artículo “Bakuninista en acción”.

Tras un período de estudio –sobre todo de Bakunin y Malatesta, a quienes considera pilares del anarquismo– , se convenció de que los cambios sociales no eran posibles a través del Estado y los partidos políticos. En ese sentido, buscó una manera de generar cambios en los sectores populares a través del anarquismo. Es así como, hacia 1976, surgió en él la idea de las Brigadas del Pueblo.

El primera paso fue la creación de un manifiesto que le permitiera ganar el apoyo de otras personas, pues, según comenta, había “una necesidad vital de despertar a los sectores populares y de entregarles herramientas que les permitan resistir los duros embates de la dictadura”, los cuales se sentían con especial fuerza en las poblaciones.

El manifiesto fue publicado en varios países de Europa. Lo encontramos reproducido en 1981 en la revista El Diente Libre de Suecia y en la revista italiana Umanitá Nova de 1982.

El documento parte haciendo un análisis de la situación del poder mundial, de cómo el capitalismo se ha transformado en un nuevo imperio global. En ese Sentido, el Llamado delas BP fue la realización de una revolución social absoluta. Para ello, criticaba las prácticas revolucionarias llevadas a cabo hasta ese entonces, ya que estas adolecían del germen subversivo que deberían haber tenido.

Ese argumento lo hace extensivo sobre todo a los procesos revolucionarios impulsados por la Unión Soviética, a los que crítica enérgicamente, renegando de la dictadura del partido bolchevique. Sigue leyendo

Chile: La noche en que la nueva subversión atacó al Grupo Penta

A propósito del Caso Penta: Carlos Délano (izquierda) y Sabas Chahuán (derecha)

Nota de la redacción: A continuación sigue un texto que habla sobre el bombazo contra AFP Cuprum y Banco de Chile, en agosto de 2009, reivindicado por el Grupo Autónomo Herminia Concha. El escrito reivindicativo está disponible aquí, junto con la interesante reacción sensacional de la prensa, pero sin la dislocada aclaración escrita por la familia Olivares Concha (parientes de Herminia), que dejamos a continuación:

La familia de Herminia Concha Gálvez toma distancia rotundamente del acto dilectivo que se ha llevado a cabo en su nombre. Con esto queremos dejar en claro que nada tiene que ver ella y sus principios e ideales. Su lucha fue de otro carácter y, por ende, esperamos que esto quede claro para todos y que no ensucien su nombre.

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Ahora que cobra relevancia el Grupo Penta[1] como financista de la extrema derecha y que queda revelada la puesta en escena parlamentaria como una opereta donde el guión lo escriben los grupos económicos. Délano[2] movía sus fichas como en un tablero de ajedrez no sólo financiando a quienes “defendían las ideas” del libremercado, sino que jugando con un sentido táctico: le niego financiamiento a Kast[3] porque le quita votos a la UDI[4], pero financió a Andrés Velasco[5] porque le quita votos a Allamand[6] quien a su vez es adversario electoral de la UDI[7]. Hasta ha aparecido mendigando dinero rastreramente el abogado Cristián Letelier, ex parlamentario y venenoso querellante en contra de algunos compañeros que pasaron por la cárcel. Hoy ocupa un asiento como ministro del pútrido Tribunal Constitucional.

Hace más de 5 años, a casi 3 meses de ocurrida la muerte de  Mauricio Morales[8] mientras manipulaba un artefacto explosivo, un grupo de ataque y sabotaje anticapitalista quizo hacer agitación y propaganda a través de un sabotaje a una oficina de la AFP Cuprum mediante la activación de un aparato explosivo.

Nadie pretendía que se derribara el capitalismo, ni que como “clase” hubiera algún avance, tampoco contribuir a la subversión del principio de autoridad con un acto autoritario por definición que es la imposición, mediante la fuerza de un ataque explosivo, de la destrucción de los ventanales e infraestructura material de una oficina de AFP, uno de los pilares de la esquilmación a los trabajadores y característico  del sistema de explotación y dominación capitalista nacido de las reformas de la dictadura militar, pero continuadas y profundizadas por la democracia. Así, tanto la concentración de la riqueza como las altísimas tasas de ganancia de la gran burguesía chilena no podrían ser posibles sin el sistema político-constitucional que les da sustento, en el que también juega sus fichas Penta.

Las AFP constituyen, tal vez, uno de los ejemplos más groseros acerca de cómo las pensiones de los trabajadores (a quienes consideramos explotados por el capitalismo, y no malditos borregos) son usadas para multiplicar las ganancias y permitir que los grupos económicos amasen siderales fortunas a costa de la mayoría de la población. Al final del día, miles de trabajadores y trabajadoras al llegar a sus casas exhaustos a ver a sus hijos durmiendo y que apenas conocen, sólo quieren un poco de cerveza o el aletargamiento de la televisión para soportar sus deprimentes vidas de esclavos mientras el señor Délano apuesta fichas en la política como si estuviera en el casino. (Chile, el paraíso del capitalismo y la injusticia donde el 1% se lleva el 30,5% de los ingresos del país).

Una fría noche del 4 de agosto del 2009 en el patio de una casa, se le daban los toques finales a un artefacto explosivo que sería utilizado contra la AFP Cuprum del grupo Penta en la calle Las Bellotas, comuna de Providencia, curiosamente a metros de la sede de la UDI que el propio “Choclo” Délano se encargaba de financiar. En un tubo de cartón grueso recogido de los desperdicios de una tienda de telas, dos tapas de madera confeccionadas con una sierra caladora y yeso en ambos extremos proporcionaban el encierro mínimo necesario para la correcta acumulación de los gases y la explosión correspondiente. Como explosivo se ocuparía una mezcla conocida como R4 compuesta por nitrato de amonio, pez castilla y aluminio en polvo. El nitrato de amonio fue conseguido de una parcela en que era ocupado como fertilizante y finamente molido en una juguera, la pez castilla comprada en una ferretería cualquiera y molida finamente sobre una cartulina con una cuchara y el aluminio en polvo comprado como “purpurina de plata” en una tienda para productos para artesanos. Además se contaba con la mitad de un pan de TNT (250 gramos), un detonador industrial y un trozo de mecha minera industrial de 2 metros que daba 5 minutos de retardo. Encerrado el explosivo en su tubo con las tapas fue apretado por arriba y por los lados con abundante cinta adhesiva para aumentar el encierro y al final amarrado con alambre para el mismo objetivo. Sigue leyendo